domingo, 26 de febrero de 2012

Ultimo tren a Once

Algunos datos:
Diariamente, viajan en los trenes dentro del AMBA, cerca de 1.000.000 de personas principalmente para el desarrollo de sus actividades productivas, cifra un 23% por debajo de la registrada en la década del 70.
Entre los años 2005 y 2011, los subsidios del Estado a los trenes pasaron de $2.411 millones a $6.837 millones medidos en moneda constante a precios del año 2011.

Entre los años 2005 y 2010 (último dato disponible), la cantidad de asientos disponibles en los trenes metropolitanos pasó desde 264 a 266 millones anuales.
Entre los años 2005 y el 2011, la cantidad de gente que viajó en tren pagando su boleto cayó de 413 a 344 millones anuales. (Fuente CNRT)
En síntesis, los subsidios aumentaron 3 veces , la inversión fue sólo del 1 % , con el agregado que la recaudación bajó un 17% , degradando el servicio de una forma estrepitosa.




El tren siniestrado en Once esta semana, viene a encadenarse a numerosos incidentes sucedidos este año en las distintas líneas, principalmente en las consesionadas a la empresa TBA, que ha sido denunciada reiteradamente por falta de mantenimiento en las formaciones, por parte de los sindicatos ferroviarios.
El estado nacional, principal responsable de regular el servicio, ha reaccionado, tratando de judicializar estas protestas gremiales involucrando a los delegados en causas que luego no ha podido sostener por falta de sustento legal.
Lamentablente, el hecho era previsible y puede llegar a repetirse indefinidamente hasta que se tomen las necesarias medidas para el caso.
Al igual que en la "revolución productiva" de los años ´90, la integridad de los que sustentan con su esfuerzo diario el funcionamiento de nuestro país, parece importarles muy poco a quienes deben conducir los destinos de toda la comunidad.
El mutismo de los funcionarios, obstaculiza el debate necesario para resolver los problemas que debemos enfrentar como sociedad.
El último tren a Once, dejó 51 familias devastadas, más de 700 en la más completa desolación y la firme convicción entre los argentinos, que la corrupción finalmente no perdona la vida de nadie.

Hornero del Sur




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